Parte 2: Té
Había prometido una segunda parte del primer post del año, así que ¡aquí va!
Soy aficionada al té desde que tengo memoria. Bebo dos tazas de pu-ehr* por la mañana, una de Lady Grey o Earl Grey después de comer, a veces otra a media tarde (puede ser rooibos, chai o un simple té negro) y por la noche alguna infusión de hierbas. Nunca con leche, ni tampoco con azúcar. Aprendí de pequeña a no endulzarlo para no opacar su sabor. En invierno puedo llegar a beber unas 6 tazas al día. Me encanta el té y no creo que alguna vez deje de gustarme.
El punto es que de alguna manera -intuitiva, quizás- siempre supe que había algo más allá que el mero hecho de consumirlo. Algo me decía que había algo más profundo detrás de todo el ritual alrededor de esta bebida. Ahora cuento con la información que confirma mi teoría. Y te la quiero compartir.
“A lo largo de los siglos, al té se le ha atribuido propiedades espirituales. Los monasterios budistas usan el té para ayudar a los monjes a meditar, lograr la autodisciplina y la calma.” - dicen los creadores del documental, “The Story of Tea”.
Y añaden :
“Parece que el té y sus rituales ayudan a crear una atmósfera en la que las personas se sienten seguras, tranquilas, nutridas y protegidas.”
Así me siento yo cuando bebo té, y esa es la atmósfera que pretendo crear cuando ofrezco té a mi familia o a mis invitados.
El consumo de té entre los chinos (sus descubridores) fue alentado como una forma de mejorar el estilo de vida de las personas.
“Es preferible privarse de comida durante tres días, que de té durante uno.” - Proverbio Chino.
Pero como bien sabes, el té no se quedó en China.
De China pasó a Taiwan, y el té se bebía mientras se apreciaba la música y las bellas artes. Con el tiempo, los eruditos, los artistas y los monjes desarrollaron el hábito de beber té, convirtiéndolo en un arte y una filosofía.
El té también se hizo muy popular en Japón, donde también se creía que tenía altas propiedades medicinales. Ya para el siglo XII y XIII las ceremonias de té japonesas consistían en la lectura de poesía, la práctica de la caligrafía, la pintura y las discusiones sobre filosofía. Todo mientras se disfrutaba de una taza de té. Podría decir sin temor a equivocarme que mi imagen mental del cielo se asemeja bastante a esta descripción.
Y luego vino Occidente. Los británicos fueron en su búsqueda, junto con los holandeses y franceses, y el resto ya es historia. Hoy en día no hay país que no cuente con un suministro de té, bien sea producido localmente o importado de los países productores.
Aún recuerdo aquella vez que con 4 o 5 años me puse de puntillas en la mesa (pues no llegaba de pie) para “robar” un sorbo de la taza de porcelana de mi abuelo que había ido al baño, olvidándome del detalle de que al abuelo le gustaba añadirle un chorrito de whisky. Diría que ésta, y la vez que probé el lapsang souchong hace unos años fueron las dos únicas veces en las que no me gustó la experiencia de beber té. Ahora que lo pienso, la segunda quizás fuera un dejavú de la primera…
Lo cierto es que el té está presente en nuestra vida y en casi todos los hogares y es la bebida más consumida en el mundo, después del agua.
Esto es lo que tenía para compartir, pero tristemente esta semana ha hecho dar un giro a la comunicación. Esta semana la hemos comenzado escuchando la terrible noticia acerca del terremoto en Turquía y Siria. Las imágenes son realmente conmovedoras y la impotencia ante tanta dificultad me paraliza. Toda ayuda parece ser poca, y sin embargo cada vida rescatada significa TODO para esa persona salvada (la bebé recién nacida de hoy me partió el alma…) . No todos podemos ir y echar una mano, pero podemos enviar ayuda. La gente de GAIN está haciendo un buen trabajo y si estás buscando dónde canalizar tu ayuda, te recomiendo que lo hagas con ellos (puedes leer más aquí) .
Me gustaría terminar con esta frase de una de mis mentoras:
“No hay nada que calme más a una dama inglesa que poner la tetera al fuego. Creo que cada crisis necesita una taza de té: un tiempo para sentarse y reagruparse, un amigo amable para compartir la pausa, que cruce la mesa de los problemas, nos tome de la mano y nos diga: ‘Come algo. Te sentirás mejor’.” – Jill Briscoe.
Así pensaba terminar este ensayo. Sin noticias trágicas que compartir. Pero la realidad nos ha sobrepasado, y encuentro que la frase sigue siendo tan real, tan humana, tan apropiada… Cómo me gustaría estar ahí para poner la tetera al fuego. Cómo deseo que haya personas ahora mismo, en medio del caos y el dolor, poniendo teteras al fuego para otros, alargando la mano para estrechar la de los que están sufriendo (especialmente los niños y las niñas). Cómo quisiera que haya muchos ángeles (humanos y sobrenaturales) sosteniendo a todas las víctimas, ofreciendo algo de comida y una taza de té. Porque el té es también medicina.
Les dejo esta oración:
“Yo tan sólo soy yo, pero, con todo, soy alguien. No puedo hacerlo todo, pero puedo hacer algo. Precisamente porque no puedo hacerlo todo, no me permitas no hacer nada.” – del Libro de Oraciones para Niños.
Yo no puedo hacer mucho, pero puedo hacer algo. Que todos podamos hacer algo, por poco o pequeño que sea, por nuestros hermanos y hermanas de Turquía y Siria. Eso también es #verlosagradoenlocotidiano.
Cariños,
Fanny