Hace casi 3 años tuve el placer de contemplar “en vivo” este cuadro del pintor suizo Eugène Burnand, en el Museo D’Orsay de Paris. Aunque parece una foto, o por lo menos un cuadro moderno (¿del siglo XX?), es una obra del año 1898. Se titula Les Disciples Pierre et Jean courant au Sépulcre le matin de la Résurrection (Los Discípulos Pedro y Juan corriendo al sepulcro la mañana de la Resurrección) e ilustra este pasaje de la Biblia, del evangelio de Juan.
Me impresiona la expresión de los rostros de los discípulos. Se puede sentir la angustia que parecen estar experimentando, la sensación de incredulidad, las preguntas… el “¿qué pasó?”
Pero aún así corrieron. No se quedaron con las palabras de María Magdalena. Hicieron su trabajo. Corrieron. Uno llegó primero pero no se animó a entrar. Miró, se agachó, vio los lienzos… El otro llegó más tarde pero entró y vio la tumba vacía. El primero se animó a entrar. Y volvio a ver. Y creyó.
Hace 8 años tuve el privilego de contemplar “en vivo” esta escultura del escultor británico David Wynne en la catedral de Ely, en Cambridge. Se titula “Noli me tangere”, que significa “No me retengas” e ilustra este pasaje de la Biblia, del evangelio de Juan.
Me impresiona la expresividad de la escultura. Aún siendo de metal (de bronce), logra transmitir el dramatismo de la escena. El asombro, la sorpresa. María Magdalena también hizo su trabajo. No se quedó con la imagen de la tumba vacía. Corrió. Fue a buscar a los discípulos. Volvío a correr con ellos (Juan no lo dice, pero se deduce de lo que leemos en el versículo 11. Se agachó, volvió a mirar. Lloró. Se hizo preguntas. Estuvo confundida. Volvió a preguntar. No lo reconoció al principio, pero luego lo supo cuando él la llamó por su nombre. “¡Maestro!”, le dijo. Y creyó. Y fue, y contó a los demás lo que había visto.
Hace casi 17 años tuve el privilegio de escuchar en vivo a Lee Strobel contar su historia, en Wisconsin. El otro día vimos con los niños la peli de El Caso de Cristo, basada en su libro. Lee también tuvo que hacer su trabajo. Y finalmente creyó.
Cada uno debe hacer su trabajo. Yo ya he hecho el mío. Y creí.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Cariños,
Fanny