El arte dice "stop"
Por qué la belleza perfora el alma y el descanso es necesario para que esto suceda.
Hoy es el último día del verano, el último martes del verano. Vengo diciendo “hoy es el último ‘X’ del verano”, desde el viernes pasado, y tengo este post en borrador desde el 8 de septiembre… Así que si quiero que salga a la luz y tenga algo de sentido, este es el día… (Aunque, técnicamente, el solsticio de este año está anunciado para el próximo día 23, pero no vamos a correr el riesgo)…
Ha sido un verano super intenso y creo que los recuerdos aún no se han asentado del todo dentro de mi alma. Sé que los necesitaré cuando llegue el invierno, así que aquí estoy intentando poner palabras a lo que siento. No conozco otra forma de cuidar mi memoria.
Vuelvo a repasar las fotos y me siento agradecida: clases de cerámica, una ordenación sacerdotal, una conferencia , un concierto, vacaciones en una ciudad increíble, un cumpleaños importante en la familia, días tranquilos en un pueblito perdido , “staycation” con días de cosechar moras, hacer mermelada y dormir hasta tarde; una boda, un pueblito mágico, un funeral y un monasterio… ¡Este verano tuvo de todo!
No sé si por haber estado en París o por todo el conjunto, pero no he dejado de pensar en la belleza, y cómo –o por qué– la belleza nos perfora el alma.
¿Qué es lo que hace que todo lo que es bello (lo que es valioso en sí mismo y a la vez nos agrada) nos toque el corazón y no nos deje indiferentes?
Y ahí me acordé de Frederick Buechner. Estábamos en París cuando recibí la noticia de su muerte. Sentí pena, como si se tratase de alguien cercano, pues hacía poco que había terminado de leer uno de sus libros (el primero que leía, he de confesar, y no me avergüenza admitirlo) y sentía que nuestra “amistad” acababa de empezar... Lo bueno de la “amistad” con autores es puedes continuar profundizando la relación aunque la persona ya no esté en este mundo, y he de decir que llevo unos años profundizando con varios (casi todo lo que leo es de gente que ya no está) ... ;)
La cuestión es que me pareció super poético recibir esta noticia estando en la ciudad luz, porque automáticamente me vino a la mente una de las frases del libro (¿ven que no soy la única hablando de “verlosagradoenlocotidiano” ?):
“El arte dice STOP. Nos ayuda a detenernos poniendo un marco alrededor de algo y nos hace verlo de una manera que nunca lo hubiéramos visto bajo las circunstancias normales de la vida, como muchos de nosotros vamos en una especie de piloto automático, atravesando el mundo sin realmente viendo mucho de nada.”
― Frederick Buechner.
¡Ahhhh! ¡Por eso nos perfora el alma! Porque nos hace detenernos. No podría perforarla si no nos quedamos quietos un rato. Eso es lo que me ocurre con el arte, eso es lo que me estaba ocurriendo en París, en la ordenación de mi amigo, en el pueblito de los libros, en la boda…Incluso en el funeral. Eso es lo que nos pasa cuando estamos de vacaciones. Que nos quedamos quietos y nos dejamos perforar por la belleza, y todo nos parece más lindo. Que dejamos de ir en piloto automático y empezamos a VER. Esa invitación urgente del ARTE. La invitación no es a dejarnos perforar sino a PARAR para que eso suceda.
Ahí está la clave, creo yo. En el decir STOP. Nunca había conectado el arte con el descanso, realmente. Pero tiene todo el sentido del mundo. El arte -lo que ví en el Musée D’Orsay por ejemplo- nos obliga a parar. El que no se detiene ante esas obras, realmente no tiene corazón. Pero ¿qué tal si damos vuelta la frase? En vez de decir “el arte nos ayuda a detenernos”, digamos “el detenernos nos ayuda a ver el arte”.
Porque es fácil ver el arte cuando estás en París, créanme lo que les digo. Es fácil ver el arte cuando estás de vacaciones. Es fácil ver el arte en una boda. Incluso diría que es más fácil ver el arte en el verano que en el resto de las estaciones… Es fácil ver el arte cuando es obvio (incluso diría sin necesidad de detenernos demasiado).
Pero ahora que ha empezado el curso y volvemos a la rutina, lo repetitivo, las cosas a las que estamos acostumbradas, ¿qué tal si continuamos buscando el arte? ¿qué tal si aceptando la invitación a decir STOP? ¿Qué tal si “ponemos un marco alrededor de” nuestro espacio de trabajo, nuestra familia o las personas que viven con nosotros, la casa que habitamos, las actividades que hacemos todos los días? ¿Cómo se vería el cuadro de “dándome una ducha”, “poniendo una lavadora”, “llevando a los niños a su extraescolar”, “sirviendo la cena”? ¿Podríamos dejaríamos perforar por ellos? ¿Qué haría falta para que nos perforase de verdad?
Sólo es posible que todas esas actividades se vuelvan “arte” ante nuestros ojos, si aceptamos la invitación del Artista de vivir en ritmo. Si hacemos lugar al descanso, si dejamos de ir por la vida en piloto automático. Un ratito cada día, un sueño reparador cada noche, un día a la semana sin pantallas y sin obligaciones. Sólo entonces seremos capaces de ver lo sagrado en lo cotidiano.
¡Feliz solsticio, y feliz otoño!