Rilke me esperaba para darme la bienvenida en la puerta.
Shakespeare estaba dentro, por supuesto.
Y aunque en seguida empecé a sospechar quiénes más estarían,
fue como si fuese “víctima” de una fiesta sorpresa organizada
por ese amigo que te conoce tan bien que sabe a quién convocar.
Anne Lammott fue la primera en salir.
Luego Fitgerald, Hemingway y Joyc…
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to
Scriptorium
to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.