Tres remedios para el cuerpo y el alma

un brebaje + una oración + la cura más antigua y menos buscada

Me estoy haciendo la mochila maleta para irme un día de retiro (el cambio a maleta ha tenido que ver con la cantidad de libros y cuadernos que traigo, a lo que he sumado el hervidor eléctrico). No sé si me dará tiempo a todo lo que deseo hacer; sólo dispongo de 24 horas esta vez, pero estoy contando los días desde que empezó el año. Aprovecharé para terminar mi evaluación del 2024, calibrar mi agenda del 2025 en la presencia de Dios y continuar dando forma a mi (nuestra) regla de vida, que año a año me sigue demostrándo que es un documento vivo, como la vida misma.

Llego a mi retiro anual “hecha polvo” físicamente, pues hemos caído todos en casa con una de las versiones de la gripe que anda circulando por la zona (¡ayer me dijeron que hay cinco variantes diferentes!). Ha sido tremendo, casi comparable al año del covid. Mucha fiebre y dolor de huesos… Aún me estoy recuperando, así que aprovecharé también para descansar mi cuerpo y tomarmelo con calma.

El brebaje

En cuanto empezamos a sentirnos mal, me acordé de una vieja receta que aún no había probado y recurrí a ella para aumentar un poco mis fuerzas y ser capaz de atender a mi familia. Funciona. Cada vez soy más consciente de que cocinar y orar son dos formas de decir lo mismo. Intuitivamente busqué ambas para asirme de ellas con fuerzas. Fueron mis muletas. Además del caldo de pollo casero, esta “vacuna” inmunitaria fue la salvación…

Aquí va la receta:

“Vacuna” inmunitaria casera

Ingredientes: